12.2.14

En el país de Muy Muy Lejano

Hoy me voy un poco por las ramas y dejo los diy y reciclados de lado.
Me dieron ganas de contarles algo de mi experiencia visitando a mi mamá en Estocolmo.
No va a ser una entrada sobre viajes tradicional, de ésas con consejos y lugares imperdibles donde ir a pasear porque parte de lo que viví esos días puede que no se repita y lo que sí, no sé cada cuánto. Se podría decir que, sin proponérmelo, tuve cierta puntería para elegir la fecha de este viaje.

Les cuento.                                                                                                                          
Llegué un 20 de septiembre y ésta era la bienvenida que Suecia me daba en su último día de verano.

Y yo que viajaba desde la soleada España...

Al día siguiente por suerte asomó el sol y salimos a pasear por la zona céntrica. No se asusten que no voy a contarles día a día lo que hice.
Lo que sucede es que coincidió con que se realizaban las elecciones parlamentarias y lo sorprendente para mí, fue ver que no existía la veda política.
Más allá de eso, fue un tema del que me mantuve ajena (imaginen que no entendía noticieros ni diarios) hasta que me enteré que, a raíz de una gran cantidad de votos, un partido neonazi había obtenido 20 bancas en el congreso. ¡Sí, así, tal cual lo leen!
Este hecho derivó en que, en la tarde previa a que asumieran en sus cargos, sucediera un hecho poco común en Suecia: una manifestación.
Y hacia allí fuimos.
La convocatoria fue en Sergels Torg, algo parecido a lo que en Buenos Aires sería el Obelisco: punto estratégico donde se encuentra T- Centralen, cruce de las tres líneas de subterráneo y lugar por el que pasa gran cantidad de personas al día.



Fui convencida de estar manifestándome del lado correcto, sin embargo experimentar un acto contra el racismo sin entender una sola palabra (fuera de las que me tradujera mi mamá), distinto a cualquiera al que hubiera asistido en Argentina y tan poco habitual en la misma Suecia, con murga uruguaya incluida, no pudo menos que generar en mí un sentimiento confuso entre conciencia cívica y mirada turística.
Mirada turística que al día siguiente se potenció con la cholula, muy cholula. Pero sin querer, ¡eh! 
Mi intención era participar a las 11 en un tour guiado por Storkyrkan, la Catedral de Estocolmo, pero la encontré cerrada y así iba a seguir hasta las 14. Fue, entonces, que decidí ir al Palacio Real, que queda al lado, pero tampoco tuve suerte: abría a las 12 y la boletería, a las 11.30, así que me fui a dar vueltas por ahí, total estaba en Gamla Stan (La Ciudad Vieja) y atractivos le sobran. 
A pasitos no más, se encuentra Stortorget, la plaza más antigua de Estocolmo y centro de la isla. 


Si se fijan, algunas casitas de la regla están inspiradas en éstas.





Para que vean que no miento, eran pasitos no más desde la Catedral.
Academia sueca y Museo Nobel
Y saliendo de la plaza...

Callecitas sin sol y llenas de tiendas de souvenirs.
Una de las salidas a "la costa".

¡Uy, se hicieron las 11.30! 

Volvía a la boletería del  Palacio Real  cuando el movimiento inusual de gente frente a la Catedral me hizo detener. 
Era mi intención leer un cartel que decía 'Schedule', cuando un guardia enormemente alto me frenó y me dijo que no podía avanzar, que había un evento con los parlamentarios.
Como había leído, de casualidad, que ese día se inauguraban las sesiones con la presencia de la familia real, le pregunté si el rey también estaba por venir (y... ¿qué se le va a hacer? No siempre se tiene la oportunidad de retroceder en el tiempo y sentirse dentro de un cuento), a lo que me contestó que sí, que si me quedaba en la vereda de enfrente lo iba a poder ver en aproximadamente una hora.
Inmediatamente me adueñé de un pedacito de cordón en la vereda que me indicó y le pedí a mi mamá que viniera con su cámara, que tenía más zoom. ¡jaja!

Como verán en la foto, no duré mucho en mi trinchera.
Me mandaron detrás de la línea policial, junto con los demás curiosos y ahí esperé.





Segundos previos a la llegada de la familia real. Fotógrafos y curiosos expectantes.

Lamento informar que mi mamá no llegó a tiempo, así que, sin zoom y con un cordón de periodistas justo en la entrada de la iglesia, decidí hacer un vídeo.
¡Mala idea! Lo único que conseguí fueron imágenes de "hormiguitas". Eso sí, se escucha el revuelo que armaron las campanas de la Catedral, pero no vale la pena subirlo. 

¡Ja! Pero en algún  momento tienen que salir, ¿no?
Y para ese entonces ¡ya éramos dos!
Cambiamos de posición para captarlos en su camino de vuelta al Palacio y esperamos. 

¡Ahí vienen!


El zoom y la velocidad de los reyes me jugaron en contra y sólo obtuve nítidas imágenes de la salida y...

... de las espaldas de la princesa heredera, Victoria, y su marido que, para quienes no sepan, era su personal trainer.

Después vino la salida de los políticos. 

El señor de poco pelo era el Ministro de Estado, Fredrik Reinfeldt, y la de al lado, su esposa.
Esta señora del norte de Suecia aprovechó la ocasión para recordarles que "Todos somos iguales, todos somos inmigrantes".

Como nosotras no teníamos rumbo, cuando ella dijo que seguiría con su protesta en el Parlamento, pensamos en ir para allá también a ver qué pasaba.
En el camino nos encontramos con que muchos de los políticos hicieron una parada técnica en el ¡puesto de panchos!

Almuerzo por 15 coronas suecas, algo más de 1.5 euros.
Y sin dirección fija los seguimos por aquí. 


Y, sin darnos cuenta, estábamos acá, confundidas entre ellos.  




Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que a la gente como nosotras le correspondía estar en la vereda de enfrente, así que hacia ahí fuimos. 
Sacamos fotos del edificio del Parlamento, conocido como Riksdaghuset.




Y nuevamente sin plan, pensando que la iglesia ya debía estar abierta al público y que, además, estábamos cerca, volvimos sobre nuestros pasos.
Sin embargo, parecíamos ser las únicas en movimiento. Era como si todo hubiera quedado en stand by, incluso en silencio. 
Sin entender todavía qué pasaba, cuando llegamos a la esquina la policía no nos dejó cruzar. ¡Uh! ¡Debe venir alguien importante!

Y de repente... ¡quedamos inmersas en una escena de Shrek!



Cualquier parecido con un cuento, es pura realidad.
El rey Carl XVI Gustaf y la reina Silvia, por aquí.
La pirncesa Victoria y el príncipe Daniel por acá.
¡Atención! ¡También iba el jinete sin cabeza!

Y... colorín colorado (esta vez no hablo del blog de Marce), este post casi se ha terminado. 
Se hizo largo, lo sé. Les pido mil disculpas, pero me parecía que no daba para hacerlo en dos entregas.
De cualquier forma, espero que se hayan divertido con la historia de cómo ¡nunca pude entrar a la Catedral (ni al Palacio)! Así que si la excusa de visitar a mi mamá no fuera suficiente para volver, tengo esta otra.
¿Les pasó, como a mí, terminar viviendo algo que jamás estuvo en sus planes de viaje?
Cuenten, que quiero saber.

Un beso, 


Adri.
















14 comentarios:

  1. Una historia muy divertida y un paseo distinto. Me ha gustado mucho. Besos.

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    1. ¡Me alegra Glory que no te hayas aburrido a mitad de camino, mirá que era largo! jajaja
      Un beso.

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  2. Me encantó tu relato. Todo eso pasó en el primer día??? estás segura que no te estaban agasajando por estar recién llegadita??? jajajaja

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    1. Hola Marce!
      No, todo eso no pasó el primer día, sólo las elecciones, ¡jajaja!.
      Serían demasiado bien organizado los suecos y casi sobrenaturales para: votar, contar los votos, saber cuántas bancas consiguieron los del partido neonazi, organizar y realizar la manifestación, tener la misa y asumir ¡en un mismo día!

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  3. Hola Adri, me encantó el relato, qué lejos estamos de esa organización y tranquilidad, el puesto de panchos lleno de políticos jaja acá ni asoman la naríz, no vaya a ser que alguien les reclame algo...
    Las casitas muy similares a las de Amsterdam y Brujas.
    Como anécdota de viaje lo mio no fue glamoroso, pero me metí sin querer en medio de hinchas del Barcelona y del Real Madrid que entraban a la cancha del Real y sin ningún tipo de disturbio, caminaban todos mezclados, y cada uno hacía la suya, eso me impactó muchísimo.
    Un besito

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    1. ¡Hola Ale! ¡Gracias por compartir tu anécdota!
      Como vos decís, estamos lejos en muchos aspectos, pero también estamos (por suerte) lejos de ¡darle 20 bancas a un partido neonazi!
      En cuanto al tema de los hinchas yo creo que acá si no fuera por los "barras", sería igual. En los partidos del verano, por ejemplo, no suele haber disturbios. Es una pena que por unos pocos la pague el resto.
      ¡Qué lindos son los viajes para conocer otras realidades! ¿No? Son todo un aprendizaje.

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  4. Me ha encantado tu historia...¡¡seguro que no te aburristes!!
    Besitos

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    1. ¡Qué suerte que te gustó, Isa!
      La verdad que es muy difícil aburrirse en un viaje, ¡hay todo un mundo por conocer! ¡Ojalá fueran más y más seguido!
      Un beso.

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  5. Una historia de lo más entretenida...hasta te saludó Victoria y todo...o era a nosotras??Es muy maja muy natural...
    Gracias por este paseo ,me encantaria ir algún dia...
    Besitos

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  6. ¡Avisame, Sofie, que voy con vos!

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  7. Divina tu historia! esta bien,no pudiste entrar a la catedral... pero pensá que no se va a mover de donde está por unos años largos, en cambio ver pasar a los reyes no sucede todos los días.Seguro que te espera para tu próximo viaje!
    Y los políticos..igual que acá, no?
    Un beso

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    1. Además de que no me quedó otra... fue una oportunidad que no pude dejar pasar, ¡jajaja!

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  8. Mira q es tarde y me sacaaste más de una sonrisa, me encantó tu cuento de palacios, reyes, políticos y protesta... muy entretenido. Gracias por compartirlo. Beso

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    1. ¡Gracias por tu comentario, Rita!
      Me gusta que te haya diviertido porque la verdad es que fue entretenido para mí vivirlo pero también revivirlo para contárselos :D

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